domingo, 21 de abril de 2013

ESCUCHA MI VOZ (Jn 10,27-30)

“Mis ovejas escuchas mi voz y yo las conozco”… Es la frase que resuena en mi cabeza de este evangelio, especialmente “Yo las conozco”. Las ovejas son muchas pero Él las reconoce, las trata individualmente, ha fijado sus ojos en todas y en cada una de ellas.

Me es inevitable compararme, soy tan despistado que en muchas ocasiones no recuerdo los nombres de algunas personas o incluso en ocasiones no soy capaz de reconocer todas las caras de las personas que han pasado por mi vida, compañeros del instituto, de trabajo etc… No me creo único, sé que no soy la única persona a la que le sucede esto, pero es un signo que me indica que aún me falta mucho recorrido y discipulado para convertir a los demás en el centro de mi ser y cumplir sus palabras “amaos unos a otros como yo os he amado”.

Por la vida de Jesús han pasado millones de personas y Él tiene ojos, memoria, tiempo, palabras, amor para todas ellas. Y siento que me pide que tenga su misma disponibilidad, yo y todos nosotros. Que nos acerquemos al prójimo, sufra o no, sea conocido, amigo, hermano o no, y que nos impliquemos con él / ella. Nos interpela a que destinemos un tiempo, unas palabras, un gesto etc, a desprendernos y dedicar algo que nazca desde lo más hondo de nuestro ser para acogerlas, ayudarlas, vivir con ellas, interesarnos por sus problemas y en definitiva crear un mundo más fraterno. Priorizar a los demás para realmente seguir a Jesús y “dar vida eterna” como dice el evangelio de hoy. Si los cristianos nos abrimos al mundo y “vemos” a cada persona como un ser único, especial y valioso haremos que este mundos sea realmente ese Reino de Dios y dónde nadie podrá arrebatar a nadie de las manos del Padre, porque todos seremos amados y cuidados por una Comunidad acogedora, auxiliadora y potenciadora de todas las capacidades de las personas.

R.G.

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