domingo, 18 de mayo de 2014

MIRA QUE SOY CALAMIDAD!! (Jn 14,1-12)

Del evangelio de hoy, en el que Jesús intenta transmitir a sus discípulos quién es Él realmente y hacia dónde nos lleva, he extraído tres frases que a mí son las que me reconfortan 

· "Que no tiemble vuestro corazón: creed en Dios y creed también en mí"
· "En la casa de mi Padre hay muchas estancias"
· "Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores."

La tranquilidad que da cuando Jesús nos dice podéis confiar en Dios igual que podéis confiar en mí, no tengáis miedo, en la familia de Dios todos tienen cabida, lo realmente válido son las acciones y actuando como él nos dice, siguiendo su camino podemos hacer buenas y grandes obras.

Retomo este comentario laico, terminado el Domingo comunitario de la Unidad pastoral, uniendo el lema: "Construyendo espacios de esperanza" con la frase "En la casa de mi Padre hay muchas estancias": Parece que las dos nos llevan a lugares donde todos tenemos cabida, donde puedes confiar, y compartir esperanza como la que hoy (en el domingo comunitario 11Mayo) nos han transmitido los testimonios sinceros y emotivos de vivencias personales en la familia; con los hijos, con la pareja, el maltrato y los mayores.
 
Al terminar el día uno de los asistentes apenas podía expresar sus sentimientos de la emoción y yo me sentía reflejada en sus palabras "Mira que soy calamidad", ya que después de un entrañable video no he podido exponer mi pequeño tributo a mis mayores a quienes he tenido en todo momento en mi mente y en mi corazón y aprovechando este espacio quiero compartir mi experiencia de el día en que realmente me hice mayor, (todavía recuerdo la calle en la que esa idea me vino a la cabeza)....... Tenía 22 años, hasta entonces la casa de mis abuelos era un lugar donde nos cuidaban, nos mimaban y nos enseñaban a todos los nietos, la noche que falleció mi abuelo, yo me quedé a cuidar y consolar a mi abuela y los días siguientes mi abuela me pedía consejo a mí y ella era quien se apoyaba en mi brazo cuando hasta entonces había sido al revés. La vi llorar cuando tuvo que dejar su casa, su nido, entonces no lo entendí, venía a nuestra casa, hoy intuyo lo que sintió, (hoy tengo una casa en la que han crecido mis hijas y he vivido casi media vida). Aquellos días también descubrí a mi madre como hija (mi egoísmo como hija sólo me hacía verla como madre en mi mundo, no como esposa, madre, hija, trabajadora, amiga...en el suyo). Convivió con nosotros hasta los 98 años y nunca se quejó, y aunque decía que vivía como una reina con tantas comodidades, ella echaba de menos su mundo, disfrutó de sus biznietos, mi madre cuidó de ella todos y cada uno de los días hasta que se fue apagando poco a poco y como los cuentos de reinas y princesas terminó de la mejor manera posible, se fue de este mundo de la mano de su hija a la que ella había traído al mundo. Hoy los abuelos de mis hijas ponen el listón muy alto como abuelos, siempre dispuestos, siempre buenas palabras, siempre sabios consejos, tanta paciencia, animando a estudiar, intercediendo entre padres e hijos, intuyendo lo que cada uno necesita, intentando hacer la vida más cómoda y feliz a hijos y nietos, con las puertas de su casa siempre abiertas.

Mira que soy calamidad!!!!!!

Miriam

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