domingo, 21 de noviembre de 2010

UN REY DIFERENTE (Lc 23, 35-43)


Cuantas veces hemos jugado a ser rey de algo? Cuantas veces hemos deseado serlo? Yo ya ni las recuerdo, de pequeño, en la adolescencia, de adulto..... lo que si recuerdo es que ninguno de mis reinos era parecido a Jesús.

Cuando vas creciendo siempre esta el típico líder de la cuadrilla, el capitán del equipo de futbol, el mas ligón, el que mas gasta,... pero a nadie se le considera rey por ayudar a los demás, por es
tar al lado de los que sufren.

Recuerdo en mi adolescencia como militante de la JOC que en las actividades que hacíamos durante las campañas, muchos de mis amigos no me entendían, es mas se reían de mi, de que eso que esta haciendo no valía para nada, incluso cuando salíamos a la calle para invitar a la gente a realizar algún cambio en su vida si que había jóvenes que se acercaban y escuchaban, pero muchos de ellos se reían de nosotros, (no voy a decir que no me costaba, que no era difícil) pero aun así allí estaba yo, como Jesús en al cruz aguantando de todo.

Siempre he dicho que para conseguir algo hay que luchar, hay que tener fe, desearlo, sin esfuerzo generalmente no llegan los logros, y Jesús como vemos en el evangelio de hoy también premia y recompensa, entonces no nos dejemos llevar por el NO ...... y digamos la ya típica frase de YES, I CAN (Sí yo puedo).

Dentro de poco tendré una niña, quizás antes de comentar el próximo evangelio, y teniendo ya un niño de 16 meses leyendo este evangelio he caído en la cuenta de que tengo que enseñarles que no solo hay que pedirle cosas a papa y a mama, que también hay alguien que es su otro papa al que le pueden pedir cosas y que como los papas que ve todos los días, algunas se las dará rápidamente y para otras tendrá que esperar, tarea difícil y complicada, pero llena de felicidad.

Para terminar os invito a ser reyes de vuestra vida diaria siendo capaces de no criticar a nadie, de no reírme de nadie, de ayudar a los mas necesitados que nuestro entorno....... y también a premiar a los que nos rodean como premia un padre a un hijo por una labor bien realizada.

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