Jugando con las palabras yo diría “la familia es sagrada”, Mi madre me inculcó desde niña que la familia es lo más importante. Y tuve como muestra la relación de mi abuela con sus hijos y la relación entre hermanos, llena de amor y respeto. Ahora soy yo la que quiero transmitirlo a mis hijos.
Por las noches veo a mis hijos en sus camas y me siento en paz. Pero la realidad es que los hijos crecen y un día quieren empezar a volar. Esa etapa se nos hace dura porque nos gustaría protegerles siempre. Para José y María también debió serlo, Jesús ya tenía 12 años, y aunque las madres nunca lo reconozcamos, no era un niño, quería empezar a volar, sentía la llamada de Dios Padre.
Además no lo entendían. No es fácil entenderlo. Deseamos una vida normal para nuestros hijos. Hubiese sido más fácil para José y María que Jesús hubiese sido un judío más. En cambió el destino de Jesús iba más allá y El lo tenía claro.
Imagino la angustia de los padres al no encontrar a su hijo, se me encoge el corazón al pensarlo. El hecho de que sucediera durante las fiestas de Pascua y que estuvieran 3 días sin encontrarlo es una muestra de lo que estaba por suceder años después y lo que iba a sufrir María. Aunque sus padres se enfadan, al final hacen lo que hacen los padres, querer y apoyar a su hijo, “su madre conservaba todo esto en su corazón”.
Definitivamente la familia merece la pena, a pesar de las preocupaciones, las angustias, los miedos,… de no saber a veces como educar a nuestros hijos, el amor que se siente prevalece por encima de todo. Todas las noches me siento afortunada y doy gracias a Dios por mi familia.
A.A