Durante este tiempo de Adviento, nos preparamos para la Navidad y una vez más se hará presente aquí, a nuestro lado, entre nosotros, en nuestra vida.
El Evangelio de hoy nos dice de una manera clara que ante esta llegada, tenemos que preparar el camino al Señor, un camino que hay que cuidar y allanar, del que tenemos que quitar piedras y baches que nos estorban.
Y… ¡con cuántos estorbos me encuentro!
- Demasiado ruido y demasiadas prisas en mi vida para escuchar y pensar, para detenerme con alguien y hablar, para saborear y disfrutar de las cosas sencillas y bonitas de cada día.
- Esa apatía en mi forma de actuar, unido a ese desencanto-conformismo por las mentiras, la corrupción y tantas injusticias que aparecen por todos los lados, que en ocasiones, me quitan fuerza y ánimo para seguir luchando.
- El pasar los días haciendo mis cosas, ocupándome solo de mi y de los míos, sin preocuparme de tanta gente necesitada, que sufre y que me necesita.
- Soberbia, egoísmo, indiferencia…esas actitudes que pongo en el camino y hacen que tropiecen los demás.
Tenemos tantos obstáculos en el camino, que el Evangelio de hoy, nos llama a la construcción de un proyecto nuevo, nos invita a la acción:
· A escuchar los gritos de los que sufren en la vida. ¡A vivir desde la compasión!
· A encontrar el sentido de mi existencia y de lo que hago. ¡A ser coherente!
· A decir palabras de consuelo, a anunciar buenas noticias y a levantar el ánimo de los decaídos. ¡A contagiar esperanza!
· A no acostumbrarme a que grandes injusticias parezcan normales. Quiero mirar la vida desde los que sufren. ¡A luchar y a denunciar!
· A optar por un modelo de vida menos individual, menos competitivo y más honrado. ¡A pedir justicia!
· A aceptar distintas perspectivas, otros caminos, otros puntos de vista.
El Evangelio de hoy nos dice de una manera clara que ante esta llegada, tenemos que preparar el camino al Señor, un camino que hay que cuidar y allanar, del que tenemos que quitar piedras y baches que nos estorban.
Y… ¡con cuántos estorbos me encuentro!
- Demasiado ruido y demasiadas prisas en mi vida para escuchar y pensar, para detenerme con alguien y hablar, para saborear y disfrutar de las cosas sencillas y bonitas de cada día.
- Esa apatía en mi forma de actuar, unido a ese desencanto-conformismo por las mentiras, la corrupción y tantas injusticias que aparecen por todos los lados, que en ocasiones, me quitan fuerza y ánimo para seguir luchando.
- El pasar los días haciendo mis cosas, ocupándome solo de mi y de los míos, sin preocuparme de tanta gente necesitada, que sufre y que me necesita.
- Soberbia, egoísmo, indiferencia…esas actitudes que pongo en el camino y hacen que tropiecen los demás.
Tenemos tantos obstáculos en el camino, que el Evangelio de hoy, nos llama a la construcción de un proyecto nuevo, nos invita a la acción:
· A escuchar los gritos de los que sufren en la vida. ¡A vivir desde la compasión!
· A encontrar el sentido de mi existencia y de lo que hago. ¡A ser coherente!
· A decir palabras de consuelo, a anunciar buenas noticias y a levantar el ánimo de los decaídos. ¡A contagiar esperanza!
· A no acostumbrarme a que grandes injusticias parezcan normales. Quiero mirar la vida desde los que sufren. ¡A luchar y a denunciar!
· A optar por un modelo de vida menos individual, menos competitivo y más honrado. ¡A pedir justicia!
· A aceptar distintas perspectivas, otros caminos, otros puntos de vista.
¡A respetar!
Todos nos preparamos para una nueva Navidad
Pero, ¿preparamos el camino para una Navidad nueva?
R.A.
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