Los reyes, en tiempos de Jesús, eran las personas más ricas y poderosas e influyentes de su tiempo. Todo el mundo les tenía que hacer caso, y muchos querían ser como ellos.
Los “reyes” hoy en día se pueden llamar de otra manera (Políticos, banqueros, grandes empresarios, famosos...) pero siguen siendo los más poderosos, y modelos a seguir para gran parte de la sociedad...y al igual que entonces también muchas veces imponen su poder por la fuerza, y con frecuencia se traduce en opresión sobre los más débiles.
Frente a esto, Jesús nos dice que también es “Rey”, que vino para eso mismo. Pero la escala de valores de Jesús, que es la base de su reinado, es muy diferente a lo que estamos acostumbrados a ver... tanto que no parece “de este mundo”. Lo hace, además, en el momento que más pueden ponerse de relieve estas diferencias, frente a uno de los más poderosos de su tiempo.
En efecto, en el Reino de Dios, los más importantes son los débiles, y el único “poder” que se ejerce es el de amar más, compartir más, escuchar más... Y este Reino no se impone por la fuerza ni desde arriba: somos llamados a escuchar su palabra y aceptarle como Rey. Es un Reino que se construye desde abajo y Él nos necesita para hacerlo desde la libertad, y desde luego contando con su ayuda.
No es fácil, porque también nosotros tenemos muy interiorizados los valores que están vigentes en este mundo... y muchas veces incluso no podemos evitar tampoco algo de admiración por los poderosos... Pero también, y más aún desde que la crisis que vivimos en esta sociedad, creemos que otro mundo es posible y necesario, y tenemos la esperanza de que con Jesús podemos hacerlo realidad, comenzando por nosotros, si vivimos como él...
S.F.