Muchos hemos crecido oyendo esta frase, que pocas veces la oímos ahora. Esta frase solía (y hablo en pasado porque ya casi no se ve) ir unida a un apretón de manos, era un trato, un acuerdo, un pacto, algo irrompible y un acto de honor.
Como nos dice el texto, la Palabra lo era Todo. Por la palabra nos comunicamos, nos llegan las enseñanzas, transmitimos nuestros sentimientos, nos aconsejan los amigos, nos consuelan y podemos ver algo de luz.
Seguro que en vuestra familia, en vuestros amigos, en vuestro vecindarios, trabajo... hay alguna persona poco habladora, muy reflexiva, que escucha más de lo que habla, que pasa un poco inadvertida en algunas reuniones y charlas; sin embargo, sus palabras son esperadas, el resto del grupo espera su opinión, su valoración, sus ideas o sus enseñanzas porque cuando hay un conflicto o una discusión, una duda o incertidumbre, suelen ofrecer una solución, una salida, sentido común, unen y no separan, dan luz al grupo; así es la Palabra de Dios.
“Mi palabra va a misa”, tampoco la oímos casi en estos tiempos, ¿por qué será?: ¿porque no vamos a misa ?, ¿porque no seguimos las enseñanzas que se nos da en misa?, ¿porque ya sabemos que no vamos a cumplirlo?...Cada uno tendrá su propia respuesta, que medite sobre ella y piense si cuando era más joven hacía lo mismo o entonces lo decía más veces, con orgullo, con tranquilidad en su espíritu, con ganas de cumplir la palabra dada.
La Palabra es la Verdad, es la Luz, es Dios; si no somos capaces de decir “Te doy mi Palabra”, es que no soy capaz de guiarme por la Verdad, por la Transparencia y por Dios. Firmemos menos contratos y apretemos más manos con Dios como testigo.
Y. U. (Grupo Betania)
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