domingo, 12 de marzo de 2017

LA TRANSFIGURACION (Mateo 17,1-9)

Al igual que a los apóstoles, a veces Jesús se muestra ante nosotros con todo su esplendor. No directamente, pero sí a través de hechos y personas que dan su vida por los demás, como Jesús. Y estos hechos nos maravillan, pero a la vez nos abruman, porque no estamos a la altura.

Por un lado, nos queremos quedar ahí, como Pedro al ofrecerse a hacer las tiendas para quedarse en la montaña con ellos. Nos gusta pensar que somos importantes y que estamos en un lugar privilegiado. Pero Jesús tiene otro concepto de lo que es lo importante. La escucha, el servicio, la solidaridad, la empatía, ... Y cada vez que ponemos en práctica el mensaje verdadero de Jesús, sentimos una felicidad interna y una satisfacción, que nos llena por dentro. Somos importantes en el anonimato, somos importantes para Dios.
 
Y por otro lado está el miedo. Lo que Jesús nos muestra nos da miedo. Lo que nos pide nos da miedo. Miedo a no ser capaz, miedo a perder nuestra comodidad, miedo a no estar a la altura, ... Yo también a veces tengo miedo a no ser capaz de actuar como Jesús me pide, pero sé que está a mi lado guiándome, animándome y dándome fuerza. 

Ahora que estamos en Cuaresma, que es tiempo de cambiar para ser mejor y poder vivir más cerca de Jesús. Él me pide que cambie en pequeñas cosas del día a día y me mantenga fiel a mis convicciones.

A.A.

No hay comentarios:

Publicar un comentario