El miedo, las preocupaciones, las dificultades, los agobios y los sufrimientos de cada día hacen que vivamos desanimados, preocupados y con sensación de fracaso.
Frente a esta realidad, Jesús, en el evangelio de hoy nos muestra la cara de la esperanza y de la alegría con palabras y gestos de confianza, de alivio y de ánimo:
“Tened ánimo, Levantad la cabeza, Estad siempre despiertos, Llega vuestra liberación”.
Encontramos en él una llamada a la espera y a la esperanza pero también una invitación al compromiso, a la oración, a estar atentos y despiertos.
Cuando esperamos a alguien a quien queremos, esa espera nos hace estar atentos y preparar y cuidar cada detalle. ¿Quién no ha esperado impaciente en la ventana la llegada de una persona o en la puerta del quirófano, o en esa cita tan importante…?
En este tiempo de Adviento, voy a preparar tu venida Jesús, quiero cuidar cada detalle y cada momento, esta es una oportunidad para ponerme en pie, levantar la cabeza, tender mi mano y:
1.- Preocuparme, indignarme, ser valiente y protestar por las injusticias que veo cada día a mi alrededor.
2.- Emocionarme, que se me encoja el corazón, que me duelan las situaciones de los otros. Es bonito que me tiemble la voz y se me caigan las lágrimas al ver y compartir los testimonios de otras personas.
3.- Hacer esos pequeños gestos (un beso, un abrazo, una sonrisa, una palabra de ánimo), que aunque me parezca que no sirven de mucho, pueden llevar un poco de esperanza a otros.
4.- Estar dispuesta a hacer del proyecto de Jesús mi apuesta y mi meta. Esta es una manera de vivir que tiene dificultades pero también está cargada de ilusiones y recompensas.
5.- Vivir y fomentar actitudes de cariño, escucha, empatía, solidaridad y cercanía con los más desfavorecidos, con los diferentes, con esa gente que me encuentro por la calle y en ocasiones no tienen nada ni a nadie.
Así Te esperaré, Señor, con alegría y con Esperanza.
R.A.
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