La perícopa que la liturgia de Adviento nos presenta este domingo tiene como protagonista una profecía, un testimonio de anuncio de la venida del Salvador puesta en boca de San Juan Bautista.
El Evangelista San Lucas pretende dotar de autoridad a la figura del profeta introduciendo la narración con unas breves exhortaciones del Bautista; «El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo.» “No exijáis más de lo establecido” y “No hagáis extorsión ni os aproveches de nadie, sino contentaos con la paga”. En ambas el mensaje de San Juan es claro, alienta y ensalza la JUSTICIA SOCIAL.
La justicia de la que Juan habla no es un código penal, o un nuevo concepto de justicia, ni de salvación y mucho menos de una “nueva Ley”. Lo primero lo deja en manos de los magistrados y la revolución del Reino de Dios y los nuevos valores en las del mismísimo Cristo. El profeta señala e ilumina, “allana los caminos” (expresión utilizada en la primera lectura y en el Evangelio del pasado domingo) para preparar al pueblo de Israel y hacerlo capaz de comprender y aceptar a Cristo. No es un revolucionario, pero recuerda que esa preparación, ese vivir en predisposición a acoger la venida de Jesús, ha de ser concreta, física, explicita. Juan nos exhorta directamente; hemos de ser justos y hemos de serlo todos y cada uno de nosotros con y para todos.
Los años de bonanza que hemos vivido incentivaron un egoísmo social, en la que se primó la concentración de recursos, se premió a exploradores de nichos de mercado sin explotar, a empresarios o banqueros visionarios, pero también jaleamos a nuestros familiares, vecinos o conocidos a aprovechar el momento y aprovecharse de la situación de abundancia para ganar 2 mejor que 1. Todos hemos sido el rico de las dos túnicas, el publicano o los militares de este Evangelio (que en la época del texto eran personas que en vez de aplicar y defender a las personas con la ley extorsionaban a la sociedad escudándose precisamente en ella). Afortunadamente también hemos tenido a ejemplos de personas que fomentaron una forma distinta de trabajar, de vivir, de generar riqueza etc… aunque desgraciadamente muchos de nosotros no hemos escuchado a estos “nuevos Juanes”.
Pero no nos equivoquemos, el mensaje de San Juan no es conformista; no nos dice que aceptemos el momento tal como viene o que en situaciones de crisis paguemos nuestros excesos y los desmanes ajenos. Nos dice que en tiempo de bonanza y en tiempo de crisis no nos olvidemos del prójimo, de aplicar la Justicia Social. Repartamos la riqueza, la cultura, la educación, las oportunidades, la comida etc… entre todos. Cuando hay hasta hartarse pero también cuando hay carestía.
“Yo bautizo con agua…” San Juan nos abre los ojos y da sentido a nuestro adviento; como individuos nos pide acciones desde la posición de cada uno en favor de una JUSTICIA SOCIAL. “… Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego…” En Cristo hay conversión y un nuevo mandamiento AMAR AL PROJIMO, que implica que yo como individuo, con todo mi ser ,anteponga al prójimo a mí mismo, repartir mis dos túnicas, dar más de lo establecido y contentarse sin paga. El otro antes que yo… ¿Cómo hacer esto sin el Bautista? ¿Cómo amar al otro sin antes si quiera promover que todos vivamos bien? ¿Cómo hacerlo sin Adviento?
R.G.
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