domingo, 16 de diciembre de 2012

JUSTICIA SOCIAL (Lc. 3, 10-18)

La perícopa que la liturgia de Adviento nos presenta este domingo tiene como protagonista una profecía, un testimonio de anuncio de la venida  del Salvador puesta en  boca de San Juan Bautista.
El Evangelista San Lucas  pretende dotar de autoridad a la figura del profeta   introduciendo la narración  con  unas breves  exhortaciones del  Bautista; «El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo.» “No exijáis más de lo establecido”  y “No hagáis extorsión ni os aproveches de nadie, sino contentaos con la paga”. En ambas el mensaje de San Juan es claro, alienta  y ensalza  la JUSTICIA  SOCIAL.
La justicia  de la que Juan habla no es  un código penal, o un nuevo concepto de justicia, ni de salvación y mucho menos  de una “nueva Ley”.  Lo primero lo deja en manos de los magistrados  y la revolución del  Reino de Dios y los nuevos valores  en las del mismísimo Cristo. El profeta  señala  e ilumina, “allana los caminos” (expresión utilizada en la primera lectura y en el Evangelio del pasado domingo) para preparar al pueblo de Israel y hacerlo capaz de comprender y aceptar a Cristo. No es un revolucionario, pero recuerda que esa preparación, ese vivir en predisposición a acoger la venida de Jesús,  ha de ser concreta, física, explicita.  Juan  nos exhorta directamente; hemos de ser justos y hemos de serlo todos y cada uno de nosotros  con y para todos.
Los años de bonanza que hemos vivido incentivaron un egoísmo social, en la que se primó la concentración de  recursos, se premió a exploradores de nichos de mercado sin explotar, a empresarios o banqueros  visionarios, pero también jaleamos a nuestros  familiares, vecinos o conocidos a aprovechar el momento y aprovecharse de la situación de abundancia para ganar 2 mejor que 1.  Todos hemos sido el rico de las dos túnicas, el publicano o los militares de este Evangelio (que en la época del texto eran personas que en vez de aplicar y defender a las personas con  la ley extorsionaban  a la sociedad escudándose precisamente en ella). Afortunadamente también hemos tenido a ejemplos de personas que fomentaron una forma distinta de trabajar, de vivir, de generar riqueza etc… aunque desgraciadamente muchos de nosotros no hemos escuchado a estos “nuevos Juanes”.
Pero no nos equivoquemos, el mensaje de San Juan no es conformista; no nos dice que aceptemos el momento tal como viene o que en situaciones  de crisis paguemos nuestros excesos y los desmanes ajenos. Nos dice que en tiempo de bonanza y en tiempo de crisis no nos olvidemos del prójimo, de aplicar la Justicia Social. Repartamos la riqueza, la cultura, la educación, las oportunidades, la comida etc… entre todos. Cuando hay hasta hartarse pero también cuando hay carestía.
“Yo bautizo con agua…” San Juan nos abre los ojos y da sentido a nuestro adviento; como individuos nos pide acciones  desde la posición de cada uno en  favor de una  JUSTICIA SOCIAL.   “… Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego…” En Cristo hay conversión y un nuevo mandamiento  AMAR  AL  PROJIMO,  que implica que yo como individuo, con todo mi ser ,anteponga al prójimo a mí mismo, repartir mis dos túnicas, dar más de lo establecido y contentarse sin paga. El otro antes que yo… ¿Cómo hacer esto sin el Bautista? ¿Cómo amar al otro sin antes si quiera promover que todos vivamos bien? ¿Cómo hacerlo sin Adviento?
R.G.

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