“Convertíos porque está cerca el reino de los cielos”. Aquí tenemos la exhortación que nos hace Juan Bautista… Es un llamamiento a la conversión… Al cambio y la transformación interior…
Por otro lado observemos su atuendo y su alimentación: “Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre”.
Juan ya ha hecho la transformación interior, la hizo hace tiempo… Prescindió de las costumbres consumistas de su tiempo, y fue coherente de palabra y hecho… Había nacido para ello…
En el tiempo actual, vivir así nos resulta complicado… Los parados vivimos angustiados por lo que nos va a deparar mañana, y nuestra mirada a Jesús de Nazaret es apenas fugaz… Perdemos la confianza, y no recordamos aquellas sabias palabras, donde se nos anima diciendo que “Dios proveerá”, “alimenta a los pájaros…”, “viste a los lirios…” Y si las recordamos, nos cuesta creerlas.
Recientemente hemos observado que hay esperanza… La campaña de recogida del Banco de Alimentos, ha sido todo un éxito, y mis compañeros y amigos se han dejado la piel (y algo más) en ello, demostrándonos que la transformación es posible… Desde aquí les mando mi reconocimiento y admiración…
Como apenas ecos lejanos, suenan ya las tristes palabras de insolidaridad, que muchos domingos se vierten por la mañana, en una radio local, culpando al inmigrante de los males de nuestra ciudad… El huracán de solidaridad las borra… Tan solo son ya un mísero testimonio…
Estamos en Adviento, la Navidad se acerca, pero el reino de los cielos del que nos habla el Bautista, se vislumbra en los pequeños gestos de solidaridad, que multiplicados se convierten en un gesto grande… casi divino…
“Y no os hagáis ilusiones, pensando : “Abrahán es nuestro padre”, pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras”. Reflexionando sobre esta otra parte del evangelio, me doy cuenta de que cuantas veces nos sentimos con más derechos, tan solo por el hecho de que somos de aquí… Negamos el pan y la sal al inmigrante, al diferente… Le culpamos injustamente de la delincuencia… Le acusamos de cobrar ayudas de forma fraudulenta… Sin apenas posar la mirada en los verdaderos culpables de la crisis… No nos damos cuenta, de que arrojando piedras contra nuestro hermano diferente, nos las arrojamos contra nosotros mismos… No nos damos cuenta de que ahora nos toca a nosotros o a nuestros hijos, salir a buscar el pan a países como Alemania, Suiza… Y que corremos el riesgo de ser tratados de la misma manera…
Escupimos al cielo ciegos de rencor y estupidez, y nuevamente somos cegados por la propia maldad, que por la simple gravedad nos viene de vuelta.
T.C.
No hay comentarios:
Publicar un comentario